Un día por la mañana, sonó el despertador que me indicaba que eran las
siete, la hora de levantarme.
Ya preparada salí de mi casa para dirigirme a la oficina de periodistas de
Los Ángeles, donde yo trabajo.
Solía coger el autobús que tardaba veinticinco minutos en llegar.
Nada más que entre por la puerta observé que los de mi grupo estaban
recogiendo todas sus cosas, pregunté que qué pasaba pero antes de que me
respondieran ví una nota en mi mesa que decía:
“Querida Marta, hemos elegido a tu grupo para irse quince días al Sahara para
hacer un reportaje sobre animales peligrosos, cogeras el vuelo mañana a primera
hora”
Yo super nerviosa, fui a mi casa a hacer la maleta, aunque no estaba muy
segura de que tenia que meter en ella pero me las apañe.
Al próximo día ya en el avión me encontré con una vieja amiga llamada
Raquel.
Cuando aterrizamos, observé el paisaje
y la verdad es que me encontraba muy rara ya que era todo muy verde y en el
desierto del Sahara no es que se diga que haya mucha vegetación…Pregunté que
pasaba y nervioso el piloto me dijo que alguien había cambiado el rumbo y que
nos encontrabamos en el Amazonas.
Con mucha rabia por lo que había pasado
intente calmarme.
Los de mi grupo estaban comentando que
por qué no nos quedabamos y haciamos un reportaje de los animales peligrosos
que se encuentran aquí.
Yo acepte ya que sino no podríamos
hacer otra cosa y así aprovechabamos la situación.